Ir al contenido principal

Pensamientos sobre educación (VII)




Para el curso próximo me planteo dar unas clases iniciales en la ESO sobre cómo deben realizarse los exámenes en condiciones. Creo que se les habla mucho a los alumnos sobre técnicas de estudio y no sobre qué es lo que se les va a exigir en una prueba teórica tanto en expresión como en contenido. Para ello pueden utilizarse modelos de respuestas de exámenes mal planteadas, por ejemplo. Al menos pienso dedicarle a esa actividad una semana de clase en cada grupo. De esa manera los alumnos conocen mejor cómo trabaja uno como profesor, a qué le da importancia y a qué no se la da. Creo que a la vez que conocen las técnicas de estudio deben saber también cuáles son nuestros criterios de corrección desde el primer momento. Aunque se plantea pronto un problema: si le decimos a un niño de 1º de ESO que podemos quitarle hasta 3 puntos por faltas de ortografía en un examen, ¿qué responsabilidad tenemos a la hora de enseñar algo -los acentos, por ejemplo- que debía haber sido aprendido en anteriores etapas?
Es cierto que un profesor de 1º de E.S.O. no puede quitarse responsabilidades de encima echando la culpa a la Primaria de las carencias de sus alumnos, pero lo cierto es que el nivel de estos alumnos cada día es peor. Las causas son múltiples, pero no quiero entrar en ellas en este momento. Lo que está claro es que no es responsabilidad únicamente de los maestros ese escaso nivel del que hablo. Por otro lado, ¿es la ortografía un contenido que debe abandonarse como causa perdida ante el imparable avance de las ortografías individuales de cada uno, del "escribo como me da la gana"? Por desgracia, la ortografía, la buena escritura, suena hoy a "carca", "facha" o algo peor. ¿Por qué llevarse las manos a la cabeza cuando un profesor anuncia que una cuarta parte de la nota de un examen puede detraerse por una mala ortografía? Pienso que hoy no es nada reaccionario restar 2 ó 3 puntos en un examen por faltas de ortografía y expresión. ¿Por qué tanto complejo? ¿Es que resulta que vamos a facilitarle todo a los alumnos? No olvidemos que después de la secundaria les espera una sociedad competitiva en la que, por ejemplo, tiran currículos a la papelera porque su dueño no sabe acentuar correctamente su apellido.
Estoy de acuerdo en que necesitamos personas con una formación integral, pero la adquisición de una correcta expresión (en la que se incluye la ortografía) debe ser importante en ese proceso. No quiero ser demasiado estricto con mis alumnos, pero tampoco creo que debamos facilitarles todo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL CALLEJÓN SIN SALIDA DE LA EDUCACIÓN

A mi compañero y amigo Paul Pongitore Soy profesor de enseñanza secundaria desde el año 1998. Empecé entonces como interino y dos años después me convertí en funcionario de carrera docente. He paseado mis libros por bastantes institutos de Andalucía. Creo que estos son avales de cierta experiencia en el terreno educativo para poder hablar de él. Como muchos de mis compañeros, he ido observando el paulatino deterioro de las condiciones de trabajo de los profesores en los centros educativos. Podría hablar largo y tendido de las exigencias cada vez más estresantes de una legislación educativa de lenguaje críptico fruto del buenismo más adocenado (cuyo último invento es el asunto de los criterios de evaluación); de la actitud de rechazo de parte de la sociedad a la labor y la autoridad de los profesores; quizás también podría hablar por extenso de nuestro intenso y pírrico esfuerzo, tan poco valorado por parte de la sociedad, que insiste en criticarnos por nuestras largas vacacion

FOTOGRAFÍAS ANTIGUAS DE LA SEMANA SANTA DE SEVILLA

    DENEGACIÓN Y AUSENCIA DE LA HISTORIA   La Semana Santa no había existido nunca. Es cierto que se celebró otros años. Pero auténtica existencia no tiene hasta este Domingo de Ramos. Las otras Semanas Santas pertenecen a la Historia, es decir, al recuerdo. Y toda memoria se va, desaparece con su cauda de tiempos y acontecimientos, ante el hecho sencillo de salir los nazarenos a la calle. La Semana Santa surge en resurrección de milagro, que olvidan referencias y avatares. Por eso la Semana Santa es incapaz de filosofía e historia. En estos días no se razona. Se siente nada más. Se vive y no se recuerda. La Semana Santa no ha existido hasta ahora mismo. Queda lejana toda cuestión previa. Inútil buscarle raíces teológicas o tubérculos históricos. Nace la Semana Santa en sí, para sí y por sí. Es autóctona, autónoma y automática. Nace y crece como una planta. Dura siete días y en este tiempo germina, levanta el tallo, florece, fructifica y grana. Acaba finalmente cuando el

¿POR QUÉ NO SE CALLAN LOS ALUMNOS DE HOY?

       Querido lector:     Cuando me preguntan algunos amigos por mi agotador trabajo de profesor, siempre terminamos hablando del mismo asunto: de la cháchara interminable de muchos alumnos que sucede una y otra vez mientras el profesor está explicando.     En mi época de estudiante esto no sucedía porque simplemente te buscabas un problema si osabas interrumpir al profesor con tu charla. Entonces funcionaba aún la fórmula del jarabe de palo, por lo que los alumnos -temerosos del regletazo - nos esforzábamos en portarnos bien, estudiar y hacer las tareas.     Era aquél un sistema en el que la autoridad del maestro o del profesor era incontestable y en el que la sociedad entera podía aplicar sobre ti la autoridad. Incluso cualquier señor desconocido podía tirarte de las patillas en plena calle si veía que estabas haciendo el gamberro.     Si tus padres se enteraban encima de que habías fallado en el colegio o en la calle, caía sobr